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‘Mi primera novillada’, relato del encuentro con la tortura disfrazada de cultura

¿Qué se siente ingresar a una plaza para encontrarse con la tortura y muerte?, activista por los derechos de los animales afrontó este reto y relató su encuentro, encuentro que llevó a cabo con el fin de dar a conocer lo que en realidad sucede en la plaza al ponerse al lado del toro y de la empatía humano-animal.

La tarde cae, me pregunto si voy a la universidad o si mejor voy a fotografiar la asistencia a la primera novillada de la pre-temporada taurina de este 2017 en Cali. Opto por la última opción, mis manos tiemblan al pensar en lo que me puedo encontrar, reviso mi celular y tengo sólo 3% “sólo me va a aguantar una novillada” pensé. Llego un poco tarde a la plaza, la cita de la muerte era a las 8:00 PM, pero mis pasos para llegar fueron lentos, mi cabeza sólo me decía una y otra vez “ya sabes lo que vas a ver, no dejes que la tristeza te inunde” - maldita sea -.


Llego a la plaza, las puertas de entrada estaban cerradas y me dice una de las de logística “ya cerramos, tienes que esperar el segundo toro”, está bien, me tomé mi tiempo para caminar por la plaza, conocerla bien cerquita de por fuera, a ratos escuchaba el “Olé” y mi cuerpo se estremecía, sentía impotencia porque sabía lo que estaba pasando allá adentro. Sonaron unas trompetas, la gente aplaudió y el silencio sepulcral le siguió de inmediato, por lo que giré mi cabeza y vi que las puertas se abrieron. Corrí, no sabía por qué tenía tanta prisa por entrar, pero corrí, corrí y sentí la adrenalina subir, quería ver la plaza, tal vez era la ansiedad y la esperanza de que no estuviera llena, subí corriendo las escaleras y la primera imagen me frenó en seco. Estaban arrastrando a Navideño, el primer toro que murió hoy 10 de Noviembre en la plaza, su cuerpo ya muerto, lleno de sangre y de agujeros, fue arrastrado de un extremo a otro, dejando una plaza vacía, con sangre y una cantidad impresionante de huellas que databan la lucha en vano que dio por sobrevivir. Sentí que la sangre se me helaba, caminé de nuevo lentamente, lo cual no es usual en mí, miraba todos los rostros llenos de sonrisas, las familias, todos en un estado de éxtasis e indiferencia que me recordó inmediatamente a las fotos de los médicos de los campos de concentración cuando descubrían nuevas curas experimentando en los judíos.


Caminé y me ubiqué a pocos metros del palco presidencial, estas caras fueron las que más me impresionaron, tenían una satisfacción en la mirada y una sonrisa sarcástica que me dolía y me hizo temblar en el momento en que cruzaron sus ojos conmigo, sentí miedo de la frialdad y poca humanidad que vi en ellos. Me senté y esperé... de repente y sin aviso alguno, salió corriendo Cirujano, el segundo toro, el cual se detenía varias veces a mirar alrededor y tratar de identificar dónde carajos estaba. Los burladores salían a torearlo y se escondían detrás de los corrales de madera, mientras se reían de él porque no los corneaba, yo sólo me preguntaba si sabían lo ridículos y cobardes que se ven corriendo a esconderse cuando el toro los persigue. Lo cansaron durante unos minutos y entró un caballo, éste tenía una venda en sus ojos y el jinete se regocijaba, lo hacía dar diferentes vueltas a la plaza, luego se acercó al toro y éste atacó al caballo (el cual es protegido por un peto), el caballo sólo tambaleaba y trataba de huir pero el jinete lo retenía. El toro comenzó a ser cansado una y otra vez por los burladores hasta que salió el torero, en ese momento, el toro seguía detrás de uno de los burladores y le hacía con la cabeza señales para que saliera detrás del burladero, lo miraba fijamente y lo invitaba a pelear... “cobardes”, pensé yo. El torero, por su parte, se acercó al toro y comenzó a hacerle insinuaciones y sacaba toda su parte genital como provocando al toro, “el que aquí tiene más huevos, el que aquí sigue de pie a pesar de las heridas es el toro, idiota”, seguía pensando yo.



El resto es lo que ya conocemos, el público comenzó a gritar, a emocionarse, el toro ya cansado después de la 5ta vuelta, abrió la boca y comenzó a respirar fuertemente, la sangre de las banderillas ya cubría su lomo. El torero jugó con él hasta que estuvo satisfecho, hasta que lo vio muy cansado y lo estocó la primera vez... el toro se paró, el público se quejó. Recuperó la espada, lo estocó la segunda vez... el toro seguía de pie, el público hizo ademanes de tristeza. Lo estocó la tercera vez y el toro se paró de nuevo... el público estaba bastante decepcionado, yo comencé a susurrar “ineptos, mátenlo de una vez, por favor, no más, ¡No más!”. Miré el palco presidencial y una vez más sentí miedo, sus ojos que querían ver la muerte eran demasiado fríos, por lo que giré mi cabeza en el momento exacto en que se acerca el picador y entierra la pica en la cabeza... y ¡Oh! El toro se levanta de nuevo, realmente débil, con mucha sangre en su boca, pero se levanta. Lo pican una vez más y el toro cae, se queda un momento quieto, su cola se tiempla, mueve una pata, mueve la otra y da una vuelta en la que escupe una cantidad impresionante de sangre, mueve sus cuatro patas y la vida escapa de su cuerpo. Llega el carro y comienza a arrastrarlo, la misma imagen que vi cuando llegué, faltan 4 novilladas más. No más, me dije, ya vi suficiente.


Salgo de la plaza, una familia sale adelante mío, el padre le dice a su hijo “¿Te gustó?” El niño tiene una cara bastante atónita y no responde hablando, sólo gira su cabeza diciendo “no” y la madre, muy ensimismada, se voltea y le dice “¿Te gustó? “Mañana volvemos a las 4”, El niño, ignorado, sólo sigue girando su cabeza y sus ojos están llenos de tristeza. No necesité más, salir y ver que la ciudad sigue igual, que todos siguen en sus casas, muchos duermen a pocos metros de donde están asesinando a estos animales y todo sigue normal. Algo está muy mal, de verdad. Me reforcé la necesidad de hacer algo, de no descansar ningún día, por Cirujano, por Navideño, por todos los toros, por los caballos y por todos los animales explotados en el mundo, el especismo es algo totalmente injusto y latente en nuestra sociedad, no debemos callar ni dar un paso atrás hasta abolirlo. Tengo todas mis esperanzas en el Proyecto de Ley 271 por una #ColombiaSinToreo y no me callaré, no me callaré porque no tolero más indiferencia, no tolero más conformismo.


"Cirujano, eras el número 396, el objeto de diversión número 396, tenías sólo 3 años de edad, recién cumplidos... tu asesino fue Sebastián Caqueza. No lo olvidaré".


¡O luchas o estás del lado del opresor con tu indiferencia!


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